«Acatar la corrección conduce a la vida; desechar la reprensión es perder el camino» (Proverbios 10:17).
Los valdenses fueron parte de un movimiento cristiano que surgió en el siglo XXI en Francia bajo el liderazgo de Pedro Valdo, quien estableció la principal característica de los valdenses: la Biblia, y en particular el Nuevo Testamento como la única regla de fe y vida. Una de sus prácticas comunes era memorizar grandes porciones de las Escrituras. Además, copiaban la Biblia entera o en partes. La mayoría eran comerciantes y ofrecían la Palabra de Dios a sus clientes. A lo largo de su historia, varios de ellos negaron la supremacia de Roma y guardaron el sábado.
Los valdenses representan el grupo que más resistió «las intrusiones del poder papal». Además del sur de Francia y el norte de Italia, hubo valdenses en el norte de España, Austria y Alemania. Sin embargo, en diferentes momentos fueron brutalmente reprimidos y perseguidos por el poder papal. Asimismo, hubo escisiones en el interior de su iglesia. Después de muchas luchas, varios quisieron permanecer leales a la fe se marcharon a países extraños, valles solitarios y baluartes rocosos de las montañas. Allí se formaron comunidades valdenses, donde aprovechaban el suelo cultivable entre las cordilleras para lograr que produjeran los valles y las faldas de los cerros menos fértiles.
Los jóvenes valdenses desempañaron un papel fundamental en este movimiento, ya que eran educados para ser fieles predicadores del evangelio. Algunos de ellos eran enviados a los centros urbanos para estudiar en sus escuelas. Sus ropas estaban confeccionadas para llevar porciones de la Biblia, que compartían con aquellos que deseaban conocer su mensaje.
En 1487, el papa Inocencio VIII promulgó una bula convocando a todos los cristianos a participar en una cruzada contra los herejes, absolviendo de toda penalidad eclesiástica a quienes participaran; además, los autorizaba a tomar posesión de sus propiedades, entre otras cosas. Entonces, se perpetraron horribles tragedias, ultrajes, humillaciones y torturas contra estos siervos de Dios. Los jóvenes valdenses soportaron todo eso. Pero su misión había sido cumplida: habían sembrado la semilla del evangelio en muchos lugares, la cual germinaría más adelante.
Los valdenses fueron un ejemplo de educación y formación para el servicio misionero. Hoy, tú también puedes compartir el mensaje de Jesús dondequiera que vayas y, especialmente, utilizar tus capacidades intelectuales para proclamar la verdad del evangelio.
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Le damos las gracias a Dios por los videos publicados, todo sea para Su honra y gloria!
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